jueves, 13 de diciembre de 2007

Elogio de los niños

A veces me llama poderosamente la atención el entusiasmo que les provoca a los niños ver una película por segunda vez; la alegría que les da la tercera y el afán con que piden una cuarta.
He observado, no sin asombro, que cuando a un objeto, que en sus buenos tiempos supo servirnos, le llega el pase a disponibilidad, generalmente es interceptado (a veces a escondidas) por pequeñas manitos que dejan en suspenso la condena perpetua de "basura". Y así alargan la existencia de cuanto objeto se nos ocurra, de modo tal, que un cartón en desuso pasa a ser "el cofre de los tesoros"; y unas cuantas chapitas de botellas, el "tesoro" mismo. El más valioso.
Y es que los ojos de los niños son hermosos ventanales mágicos por donde se ve todo nuevo y sin tedio.
En un mundo donde todo es descartable: botellas, cajas, servilletas, pañales, cámaras fotográficas, paños, anteojos, cubiertos, vasos, platos, manteles, pañuelos, bebés, hombres y mujeres...; ellos, los niños nos enseñan a mirar las cosas con ojos de sorpresa...
...En un mundo donde todo es descartable necesitamos ojos de niños para llegar a descubrir la verdadera esencia de las cosas.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Sandwiches de jamón y queso

Se baten 6 claras a nieve, luego les agregás las yemas, más 6 cucharadas de azúcar, 6 de harina leudante tamizada, y al horno. Te queda un pionono enorme que vale por dos, para rellenar con jamón, queso, aceitunas, morrón y otro con pollo desmenuzado y lo que quieras para una fresca cena estival. Los acompañás con una ensalada.
En cuanto lo metés al horno llega una vecina a hacerte una consulta por su situación laboral y vos, sabés positivamente que, tal vez podés ayudarla consiguiéndole lugar en tu trabajo ya que necesitan gente. Le brindás: todo tu tiempo (mientras se cocina el pionono); tu oreja (mientras vas midiendo en palabras el tiempo que pasa para no mirar el reloj, que queda feo); tu consejo y consuelo (mientras vas sintiendo el olorcito). Tu vecina está muy enferma y deprimida y te da un remordimiento bárbaro cortarle el mambo (mientras te imaginás el pionono seco como una alpargata). En eso, te avivás y -previa disculpa con tu interlocutora- pegás el grito: -¡Apáguenme el horno, please!
Acabada la charla, y cada quien a su casa, comprobás tu más terrible sospecha: el pionono tiene el color dorado de tu piel bronceada y la flexibilidad de Adolfo Hitler, toda la humedad que debía contener está ahora en tu rostro transpirado. Se te llena el cuerpo de preguntas pensando en cómo salvar la situación, ya que es tarde, prometiste una cena -que no va a ser-, y tu familia tiene hambre ¡now!
Te calmás. Pensás que tus seres queridos te quieren, también; que lo que importa es la ocasión y no la morfi, y te armás unos regios sanguchitos con el pan que quedó del mediodía (si está un poquito seco, no importa).
Tus chicos, contentos porque tienen una especie de bizcocho gigante para desayunar. Y tu vecina, bueno... todo fue en vano, porque en tu laburo no querían saber nada con gente extraña.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Pajarito Nuevo

Cuando hablo en público me tiembla la voz; pido disculpas si el temblor en las manos se traduce en errores de tipeado , porque es mi primera vez con un blog y estoy un poco emocionada (bueno, creo que exagero un poco).
Tenía que escribir algo, como para introducir e introducirme en este hábitat cibernético. Y en estas nochecitas lindas, en que se escuchan los chicos jugando en las calles (aunque cada vez son menos), el olorcito fresco de algunas flores oportunas, el agua alegrando los oídos al abrirse paso por la acequia y, no sé qué otras sensaciones... me hicieron cerrar los ojos y transportarme, a través de las voces de esos niños que escuchaba anoche, a la época en que yo lo era.
No sé si se acuerdan; no sé si comparten conmigo algunos rasgos de esas infancias que conducen por distintos estados de ánimo hasta arribar a la nostalgia.
Me suenan como música: "-¡Paloma, paloma, el que no se escondió se embroma!"; o "-¡Piedra libre para el Dani que está atrás del árbol de doña Nina! "-¡Sangre, sangre!", (porque me había equivocado). "-¡Corrida general para todo el personal, el que no corre mancha será!" Y cuando llegaba alguien a integrarse al juego ya comenzado: "-¡Pajarito nuevo, es!"
...Y bueno, un poco así estoy acá, como un "pajarito nuevo".
Cualquier visita es bienvenida y cualquier comentario "bien agradecido".